El alumno debe tener un maestro con ilusión por su trabajo. .Además, padres atentos que registren sus necesidades. .Si no hay tiempo hay que sacarlo de alguna parte, aconsejan.
La diferencia entre una buena y una mala trayectoria colegial depende del esfuerzo. Del esfuerzo de todos. Es como una mesa de tres patas: alumno, padres y docentes. Si una falla, el mueble tiene muchas probabilidades de tambalearse e incluso de venirse abajo.
"No se trata sólo de lo que tiene que hacer el niño para no sufrir el fracaso escolar. Se trata también de lo que tenemos que hacer los demás. Lo primero es que el alumno debe tener un maestro que tenga ilusión por su trabajo y que lo motive. Y por supuesto, una familia que se implique en ese proceso, que esté pendiente de su hijo o hija", explica Belén Marcos, psicóloga experta en temas educativos.
La diferencia entre una buena y una mala trayectoria colegial depende del esfuerzo. Del esfuerzo de todos. Es como una mesa de tres patas: alumno, padres y docentes. Si una falla, el mueble tiene muchas probabilidades de tambalearse e incluso de venirse abajo.
"No se trata sólo de lo que tiene que hacer el niño para no sufrir el fracaso escolar. Se trata también de lo que tenemos que hacer los demás. Lo primero es que el alumno debe tener un maestro que tenga ilusión por su trabajo y que lo motive. Y por supuesto, una familia que se implique en ese proceso, que esté pendiente de su hijo o hija", explica Belén Marcos, psicóloga experta en temas educativos.
Los ingredientes más importantes, coinciden profesores y psicólogos, son aplicar el sentido común, la constancia y los buenos hábitos. Empezando por lo más básico, como es el descanso, la alimentación y la higiene. Porque un niño o un adolescente necesitan una reserva importante de energía para afrontar con garantías cada jornada. Un chico que llega al colegio sin haber desayunado bien o después de haber trasnochado viendo tele o chateando no es alguien que esté predispuesto a rendir y poner atención en clase. Entonces hay que considerar:
Padres siempre pendientes...
...desde que los hijos son pequeños. "A veces llegan padres extrañados por las notas malas que sacan. Eso no puede ser. Tienen que estar atentos a la trayectoria de sus hijos", explica Nuria Thomas, profesora y pedagoga. Un padre o madre debe ser capaz de responder: ¿sabemos si nuestros hijos aprovechan el tiempo? ¿Hacen los deberes? ¿Estamos con ellos cuando los hacen? ¿Estudian? Los padres tienen que tener paciencia: "Los hijos son para toda la vida. Hay que prestarles atención. Ojo, es verdad que no existe el mundo ideal y que hay padres con obligaciones laborales que les roban mucho tiempo. Pero si luego, al llegar a casa, hay una atención, el niño lo percibe. Hay que ser claros: o los padres se dedican y sacan el tiempo de donde sea o luego, como mínimo, no pueden quejarse. Porque las probabilidades de que las cosas no salgan como esperan aumentan mucho", dice Thomas. Otra profesora, Estefanía Sánchez, añade: "A un niño le puede ayudar, en determinadas situaciones, que un padre se ponga a hacer los deberes con él. Si el niño no entiende, el padre o madre pueden ayudarlo, y no quedarse en el sillón de brazos cruzados".
Estudiar cada día
Acostumbrarse a estudiar al volver del colegio es una rutina beneficiosa. "Hay muy pocos alumnos superdotados. Quien tiene notas altas es porque dedica tiempo", explica Thomas. "Hasta que tienen 8 ó 9 años, con que trabajen una hora en casa es suficiente. Después, hasta los 12 años, una hora y media. Y luego, un mínimo de dos horas. Si hay más, mejor".
Organizar el tiempo
Aunque parezca contradictorio con el punto anterior, no se puede ser tajante en el número de horas diarias. Se trata de organizarse bien y de tener sentido común: la cantidad de estudio dependerá de cada alumno, de la edad de la que estemos hablando y del día concreto al que nos refiramos.
"Decir que hay que estudiar todos los días es una respuesta políticamente correcta. De lo que se trata es de que los chicos sean responsables de hacer sus deberes diarios y no dejen el estudio para última hora", explica Thomas. Para que esta filosofía de flexibilidad funcione deben intervenir los padres, quienes deberán saber los deberes que tiene su hijo cada día, cómo lleva la materia de cara a los controles y exámenes, etcétera. Ayudar a los chicos más perezosos, en definitiva, a organizarse y que sigan un ritmo lógico de clase.
¿Cómo se estudia?
La pregunta del millón. "Lo primero que hay que hacer es escuchar en clase. Escuchar y entender. Después, en casa, hay que leer y entender. Y habrá partes que memorizar", asegura Thomas. Añade: "No hay una fórmula mágica. Hay quien sólo necesitará un breve repaso en casa si ha entendido bien lo que se le ha explicado en clase, pero habrá quien no tenga suficiente con repasar".
El esquema básico es atender en clase, estudiar en casa, aprenderlo, hacer ejercicios, corregirlos en clase, hacer resúmenes, repasar. Siguiendo estos siete pasos será difícil que el alumno no sepa la materia para el día del examen.
La lectura es indispensable. Un niño acostumbrado a leer es un niño que tiene más capacidad de comprensión. Además de que mejora el vocabulario, la lectura puede servir para que los padres se involucren. ¿Cómo? Haciendo que los padres lean los mismos libros que sus hijos. De esa manera "podrán comentarlo y establecerán un diálogo entre ellos", recomienda.
Actividades extraescolares
Siempre y cuando no lleven al agobio, son muy positivas. El deporte, por ejemplo, es importante. Sobre todo si es en equipo porque fomenta muchísimo el trabajo en conjunto y las relaciones con otros niños.
La rutina del horario
No se trata solamente de descansar y dormir adecuadamente, que es básico. "El estudio es un proceso continuo y a largo plazo. Es importantísimo que un estudiante adquiera hábitos y rutinas. Los niños necesitan saber qué les toca hacer en cada momento. Si no es muy difícil que se concentren en sus tareas", asegura Marcos.
Al establecer rutinas, ayudaremos al alumno. Debe haber tiempo para todo. Cuando salen del colegio, los alumnos tienen horas por delante. Para merendar, descansar, para hacer deporte y para estudiar.
¿La compu adictiva?
Es una herramienta de doble filo, amiga y enemiga al mismo tiempo. Por un lado, acostumbrarse al uso de la computadora es beneficioso sobre todo en una sociedad que depende, cada vez más, de la tecnología. Pero hay que controlar el tiempo que pasan los hijos delante de la pantalla, porque ellos solos seguramente no lo harán. "Llamale chat, redes sociales o juegos on-line. Les absorbe la energía de una manera increíble. Los chicos no se dan cuenta el largo tiempo que llevan delante del ordenador", asegura Thomas. Y quien dice computadora también dice televisión. Hay que controlar el tiempo que los hijos pasan enganchados a las pantallas.
Fomentar la responsabilidad
Padres y profesores tienen que remar juntos en esta dirección. Hay que hacer entender a los chicos que el colegio es importante (obvio: primero los padres deben estar convencidos de esto -lo que no siempre ocurre-). Es un trabajo que hay que cumplir. No dejarse los cuadernos o los libros en casa; si un alumno ha estado enfermo, tiene que esforzarse por recuperar el tiempo perdido.
¿Deben los padres hacer regalos a sus hijos por conseguir objetivos? "No lo aconsejo. No es conveniente. Pero también creo que si un padre no sabe qué más hacer y piensa que prometer un obsequio le va a ayudar?, adelante, que lo haga, que lo intente", dicen las fuentes consultadas para esta nota.
Queda claro: a los chicos no hay que dejarlos solos ante su responsabilidad escolar. Ayuda y tiempo de parte de sus mayores es lo que reclaman y exigen.
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